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Feedback Retroalimentacion en Simulacion

¿Es el feedback la “Cenicienta” de la enseñanza en simulación clínica?

Por Federico Ferrero

En el mundo de la simulación clínica, todos hablamos del debriefing como la estrella indiscutible del aprendizaje. Pero ¿qué ocurre con su compañero menos glamuroso, el feedback?

Así, la retroalimentación educativa —el tan mencionado feedback— termina siendo, muchas veces, menospreciada en términos de su valor formativo frente al debriefing, metodología que concentra la mayor parte de nuestra atención.

Escribimos artículos e investigaciones sobre debriefing; organizamos cursos, conferencias, conversatorios. ¿Y sobre feedback educativo? Muy poco.

¿Será entonces el feedback la Cenicienta de la enseñanza basada en simulación clínica?

Y si así fuera, ¿qué justifica esta (in)consciente desigualdad valorativa?

Feedback vs Debriefing: Rompiendo Falsos Mitos

La etapa de evaluación posterior al desarrollo de un escenario de simulación clínica es fundamental para el aprendizaje de nuestros estudiantes. Se trata, sin dudas, de una oportunidad inmejorable a la que atribuimos potencialidades pedagógicas superiores a la mera participación en la actividad simulada. Y es que, como docentes, conferimos un alto valor a la evaluación formativa de los aprendizajes, creencia que cuenta con un sólido respaldo en la evidencia científica actual.

Ahora bien, llegado ese momento, los docentes nos vemos ante una disyuntiva que suele plantearse como excluyente: ¿feedback o debriefing?

¿Es posible elegir libremente entre ambas opciones, o el tipo de escenario y sus objetivos de aprendizaje determinan de antemano la elección? ¿Existe alguna alternativa intermedia o complementaria en términos de evaluación del desempeño?

En esta encrucijada, quienes trabajaron el desarrollo de habilidades y destrezas optarán probablemente por ofrecer feedback, mientras que aquellos que guiaron escenarios inmersivos realizarán un debriefing. Pero esta distribución de tareas no siempre se percibe como justa ni equivalente. No son pocos los docentes del primer grupo que sentirán cierto “malestar” por no haber tenido la oportunidad de llevar a cabo un debriefing, debido al amplio reconocimiento con que cuenta esta técnica.

Desde una mirada tradicional, suele asumirse que contamos solo con dos modalidades de evaluación para las prácticas simuladas: el feedback, adecuado para aprendizajes de bucle simple —centrado en la corrección de errores observados— y el debriefing, orientado a aprendizajes de doble bucle —enfocado en los motivos y fundamentos que guían las acciones clínicas.

Esta división tajante arrastra consigo una serie de supuestos que conviene revisar: el feedback sería superficial, directivo y centrado en el docente; el debriefing, profundo, reflexivo y centrado en los estudiantes. El primero, rápido y sencillo; el segundo, complejo y demandante, por requerir técnicas conversacionales más sofisticadas.

Siguiendo esta línea argumental —y dentro de este particular modelo mental sobre la evaluación educativa— parece razonable prestar mayor atención, tanto en términos teóricos como pedagógicos, al debriefing. Pero antes de aceptar esa conclusión, conviene preguntarnos: ¿es realmente posible —y deseable— sostener una separación tan categórica entre estas dos modalidades de evaluación formativa? ¿Se trata de opciones irreconciliables?

El Continuo de la Evaluación Formativa

No hemos encontrado en la literatura pedagógica fundamentos sólidos que justifiquen esta dicotomía tan rígida entre feedback y debriefing. Lo que sí se identifica, en ciertos textos, es una visión simplificada —heredera del conductismo pedagógico— que concibe al feedback como una práctica correctiva, unidireccional y centrada exclusivamente en señalar fallas de desempeño. Fuera de ese marco estrecho, la distinción se diluye.

Más bien, deberíamos entender la evaluación formativa del desempeño en simulación clínica como un campo en el que confluyen múltiples modalidades evaluativas, que se diferencian por:

  • su grado de reflexividad
  • nivel de participación de los estudiantes,
  • rol del docente,
  • estructura conversacional y
  • tipo de aprendizaje que promueven.

En este sentido, no hablamos de un corte abrupto entre técnicas, sino de un continuo que permite ordenar estas prácticas según su profundidad reflexiva. En un extremo podemos ubicar las formas más directivas de feedback, y en el otro, los modelos más complejos y estructurados de debriefing (como el Debriefing con buen juicio, PEARLS y los modelos en tres o más etapas).

A continuación se presenta una propuesta de clasificación tentativamente ordenada según el tipo de interacción promovida, el rol docente, el tipo de aprendizaje que se propicia y su capacidad para revisar modelos mentales:

TipoPrincipal rolTipo de aprendizajeRevisión de modelos mentales
Feedback directivoDocente, monológicoBucle simpleNo
Debriefing PLUS/DELTAEstudiantes, dialógicoBucle simpleNo
Feedback reflexivoEstudiantes, dialógicoBucle simple y dobleSí
Debriefing PLUS/DELTA (VAST)Estudiantes, dialógicoBucle simple y dobleSí
Debriefing profundoEstudiantes, dialógicoDoble bucleSí

Esta taxonomía reconoce la existencia de enfoques más centrados en las acciones y otros enfocados en revisar sus fundamentos. Pero, sobre todo, subraya la diversidad de opciones disponibles, muchas de las cuales no se ajustan al estereotipo clásico de “feedback” o “debriefing”. Como se observa, algunas prácticas de feedback pueden resultar más profundas y transformadoras que ciertos modelos superficiales de debriefing.

Vale aclarar que esta clasificación no es exhaustiva. Existen muchas otras estrategias de evaluación formativa utilizadas en simulación clínica que podrían incorporarse. Su utilidad radica en recordarnos que hablamos siempre de una única práctica —la evaluación formativa— que se manifiesta en múltiples formas. Formas que no pueden ni deben reducirse a una simple dualidad ni separarse de forma concluyente.

En definitiva, contamos con una amplia gama de opciones metodológicas para implementar evaluación formativa en simulación clínica. Cada una responde a diferentes objetivos, etapas del aprendizaje, características de los participantes y competencias en juego.

¿Y entonces cuál deberíamos usar?

Depende.

Es Hora de Darle su Lugar al Feedback

Depende de a quién estamos enseñando, qué queremos que aprenda, cuánto ha aprendido antes, qué estamos en condiciones de acompañar como docentes.

Pero algo sí es claro: la mayoría de nosotros podría mejorar sustancialmente su práctica de feedback. El desafío está en utilizar pautas o estructuras que nos guíen, del mismo modo que lo hacemos cuando diseñamos un buen debriefing. Porque así como la estructura del debriefing nos ayuda a ser mejores docentes, la aparente “simplicidad” del feedback nos lleva a confiar demasiado en el sentido común. ¿Y qué solemos hacer, entonces? Lo que creemos correcto: ofrecer devoluciones unilaterales, centradas en el juicio del docente, y —muchas veces— teñidas de un sesgo punitivo.

Este escrito busca precisamente eso: invitarnos a revisar críticamente nuestras prácticas de retroalimentación. A rescatar del inframundo al feedback, esa práctica que tantas veces subestimamos. Porque no siempre necesitamos —ni está indicado— realizar un debriefing, pero eso no significa que no podamos (ni debamos) formular preguntas profundas, potentes y significativas para favorecer el aprendizaje. 

Si logramos ofrecer un feedback genuino, estructurado y reflexivo, tal vez podamos evitar que la carroza de la evaluación formativa se convierta en calabaza, y que los caballos vuelvan a ser ratones. Tal vez podamos darle al feedback el lugar que merece: no como la Cenicienta relegada a las sombras del debriefing, sino como una herramienta educativa transformadora y poderosa.

Written by:
Federico Ferrero
Published on:
mayo 14, 2025
Thoughts:
5 comentarios

Categories: Simulacion en saludTags: Docencia en Simulación, Feedback

Interacciones del lector

Comentarios

  1. Claudia Marcela Mendoza Camacho

    mayo 14, 2025 en 11:51 am

    El texto en sí invita a la reflexión y por ende a la crítica de nuestro actuar como docentes. La autoevaluación a buscar una mejora constante. Gracias por apoyar a lograrlo. En mi región a veces uno se siente poco acompañado; este tipo de espacios abren diálogo para instructores y docentes en el área. Saludos !

    Responder
    • Rocio Caballero

      mayo 15, 2025 en 8:30 am

      Hola Claudia! Que gusto que puedas compartir tu experiencia. Desde dónde nos escribis?

      Me alegra mucho que esto te sirva como un lugar para sentirte acompañado, porque la verdad es que la docencia puede ser un camino bien solitario si no tenemos con quién intercambiar ideas o simplemente decir “oye, a mí también me pasa”.

      ¡Qué bueno que estés aquí! Ojalá sigamos construyendo juntos esta red de apoyo entre colegas. Un abrazo grande (y gracias por hacer de la educación algo tan humano).

      Responder
  2. Jorge Quispe

    mayo 15, 2025 en 2:04 am

    Excelente articulo, el feedback muchas veces no es usado adecuadamente, por un lado por no saber como y cuando aplicarlo, a diferencia del debriefing que es ampliamente usado estudiado y discutido. A raíz de esto, que bases o referentes nos recomiendan para iniciar a estructurar un adecuado feedbak.
    Saludos

    Responder
    • Rocio Caballero

      mayo 15, 2025 en 8:36 am

      Excelente punto. El feedback sigue siendo, en muchos casos, un recurso poco aprovechado dentro del proceso formativo, quizás porque no ha sido tan discutido ni formalizado como el debriefing. Me parece muy valioso que se ponga sobre la mesa esta diferencia.

      Coincido en que necesitamos referentes claros para poder enseñarlo, estructurarlo y aplicarlo con intención pedagógica. Sería interesante pensar también cómo lo vinculamos al desarrollo de la seguridad psicológica, y no solo al rendimiento técnico.

      ¿Tienes algún autor, modelo o herramienta que te haya resultado especialmente útil para formar a instructores en feedback formativo?

      Responder
  3. Rosana Elisabet Firpo

    mayo 15, 2025 en 1:09 pm

    Coincido con la colega que indica el llamado a la reflexión y me gustaría aportar lo siguiente: si me posiciono en un enfoque disciplinar como es el del Aprendizaje Pleno, podemos situar al feedback en el 3er principio que es “Trabajar las partes difíciles” si se toma por ej la definición de Ceccarelli Calle en relación a que “un estudiante debe recibir formación que desarrolle sus habilidades, conocimientos y aptitudes relacionadas a la profesión de estudio” (2014: 129) y en tanto se ofrezca información específica en lo que hace a la brecha entre un rendimiento standard y uno observado.
    Por otro lado, en el mismo contexto, el Debriefing se puede situar en el principio de “Aprender del equipo y de los otros equipos” donde Perkins (2016) enfatiza no sólo la construcción de conocimiento sino también la comprensión en tanto emprendimiento colectivo en contraposición al aprendizaje en solitario.
    Por lo tanto, me parece que no habría una jerarquía entre los términos salvo en las definiciones y las taxonomías con fines didácticos.

    Responder

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